La obra de Ana Mercedes, ni siquiera dentro de los doce años que se somete a análisis en esta muestra (1968-1980) consigue del todo evitar una vaga necesidad de representación, su renuncia en este sentido es parcial, como también lo es su brazo a lo geométrico.
Serie Lluvia, 1981
Hay en
Ana Mercedes una concepción más inquietante del espacio que permite ser abordado
desde una perspectiva múltiple.
Sería desafortunado considerar este periodo bajo perspectivas geometrizantes porque hay un claro interés aquí en explorar también lo que existe entre su ojo y el objeto representado.
Todo tiene su origen en sus ventanas, que abren un camino que se va despoblando de lo accesorio para terminar en la austeridad monacal de sus atmósferas.